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Youth #ForNature 

Manifesto 

La naturaleza nos lo da todo: un hogar, comida, bienestar, cultura, salud, medicina, seguridad, actividades recreativas, inspiración... es nuestro sistema de apoyo vital. 

Para cuidarnos, debemos cuidarla.

Sin embargo, cada día que pasa forzamos aún más los límites de este tejido vital. 

Todos los informes científicos y económicos recientes alzan la voz de alarma sobre la degradación de la naturaleza. La actividad humana ha repercutido de forma negativa en el 75% de la tierra, el 66% de los océanos y el 85% de los humedales. Un millón de especies están en peligro de extinción; para muchas de ellas, es cuestión de decenios. 

Estamos ante una encrucijada existencial: si actuamos con urgencia ahora, podemos prevenir el colapso de la biodiversidad, el clima y el medio ambiente. 

Ahora es más necesario que nunca prestar atención a las señales de alerta que nos envía la naturaleza:

En nuestro propio sistema económico: el carácter INSOSTENIBLE de nuestras actividades extractivas, productivas, de consumo y desecho; y la distribución DESIGUAL entre los beneficios y los daños de todas esas actividades económicas.

En nuestros valores y principios actuales, que constituyen la piedra angular de este sistema y propician una producción, unos beneficios y un crecimiento ilimitados, algo incompatible con nuestro planeta limitado. 

Nosotros, los jóvenes, decimos “¡Basta!”. Ya basta de comportamientos que dañan la naturaleza. Ya basta de remedios rápidos a corto plazo que no abordan nuestras profundas dificultades sistémicas de carácter social y ambiental. 

Nuestra generación ha sido testigo del fracaso de muchas de las promesas de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, de las Metas de Aichi para la Diversidad Biológica y del Protocolo de Kyoto.

Hacemos un llamamiento a las personas, naciones y la comunidad internacional para que cumplan sus compromisos ambientales; necesitamos un cambio transformador real para que la humanidad reajuste sus prioridades, valores, comportamientos y acciones. Reinventemos nuestros sistemas de una forma equitativa y sostenible. 

Para conseguirlo, los acuerdos mundiales deben proteger los derechos humanos y reconocer los valores intrínsecos y culturales de la naturaleza.

Deben velar con firmeza por los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales, y proteger a los defensores del medio ambiente.

Los gobiernos y las empresas deben rendir cuentas por las actividades que degradan los sistemas naturales o amenazan nuestro derecho a un medio ambiente saludable y seguro.

Las acciones en pro de la sostenibilidad deben basarse en el principio de la equidad intergeneracional y promover la justicia tanto entre generaciones como dentro de las mismas. 

Hacemos un llamamiento a nuestros lideres para que salvaguarden y den prioridad a nuestro futuro colectivo. Si nuestra generación quiere albergar la esperanza de un futuro basado en la paz y armonía con la naturaleza, necesitamos que actúen como líderes. 

Al inicio de la Década de Acción para los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Decenio sobre la Restauración de los Ecosistemas, exigimos acciones decisivas. 

Es hora de actuar #PorlaNaturaleza y con ella.

Es hora de escuchar a la ciencia. Es hora de escuchar a quienes trabajan sobre el terreno. Es hora de ser responsables.

Es hora de contar con un marco mundial para la diversidad biológica después de 2020 y una ruta hacia el 50.º aniversario de la Conferencia de Estocolmo que sean fuertes, justos, valientes, inclusivos y se basen en derechos.

Debemos reconstruir para mejorar.

Debemos dar a la naturaleza un papel preponderante en el proceso de toma de decisiones.

Nosotros, los jóvenes —en representación de diferentes causas, grupos, orígenes sociales, etnias, géneros, zonas geográficas e idiomas—, nos unimos y pedimos que se tomen medidas sin precedentes.

#PorlaNaturaleza y con ella.


 Carta abierta de la juventud

#PorlaNaturaleza

 

Introducción

Hoy, Día Internacional de la Juventud de 2020, presentamos esta carta abierta en la que se esbozan las prioridades que los jóvenes consideran que deben abordarse a fin de que la humanidad ponga rumbo hacia la consecución de la visión de 2050 de “vivir en armonía con la naturaleza”, acordada por los dirigentes mundiales en el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB). Esta carta forma parte de la Iniciativa Juventud #PorlaNaturaleza, dirigida por el Grupo Principal de la Infancia y la Juventud de las Naciones Unidas y los grupos de jóvenes vinculados a él —Juventud Mundial por el Medio Ambiente del PNUMA, Red Mundial de Jóvenes por la Biodiversidad, Grupo Mundial de Jóvenes de la CLD y YOUNGO (Juventud por el Clima)—, incluidos movimientos juveniles como Juventud para Nuestro Planeta y organizaciones que actúan a escala local, nacional, regional y mundial, con el apoyo en materia de comunicación y divulgación del PNUMA, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Secretaría del CDB y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

Esta iniciativa tiene por objeto impulsar un mayor compromiso, ambición y rendición de cuentas de nuestros dirigentes mundiales en el período previo a la Cumbre sobre la Diversidad Biológica de la Asamblea General de las Naciones Unidas, la Asamblea de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente (UNEA)-5, la 15.ª reunión de la Conferencia de las Partes en el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) y la 26.ª Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Deseamos transmitir un mensaje claro, el de que debemos otorgar a la naturaleza un papel protagonista en todos los procesos de toma de decisiones, impulsar la ambición por lograr un cambio transformador y aprovechar los pasos tangibles que se den hacia la necesaria reforma de las políticas y un marco mundial para la diversidad biológica después de 2020 que propicie la rendición de cuentas.

Nos proponemos elaborar y entregar esta carta abierta a nuestros dirigentes, incluido el Secretario General de las Naciones Unidas, en todas las reuniones mundiales de alto nivel mencionadas anteriormente.

  

Preámbulo

El mundo ha declarado los años 2020 y 2021 como Superaños de la Naturaleza, en los que el planeta refuerza su compromiso colectivo con la transformación, para restablecer su vínculo con la naturaleza y vivir en ella.

En este 2020 nos enfrentamos a una crisis sin precedentes. La pandemia que está atravesando el globo, que no es más que un síntoma de las crisis climática y de biodiversidad crónicas que llevan demasiado tiempo siendo ignoradas, ha dejado muy claro que ya no podemos seguir como hasta ahora.

Debemos llevar a cabo urgentemente acciones concertadas, valientes y verdaderamente transformadoras para regenerar el tejido de la vida en la Tierra y nuestra relación con ella. Nos enfrentamos a un declive de la biodiversidad a ritmos más rápidos que en cualquier otro momento de la historia humana y están en juego nada menos que la existencia y el bienestar de toda la humanidad. Las crisis ecológica y climática a las que nos enfrentamos socavan profundamente la consecución de todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que la totalidad de los Estados Miembros de las Naciones Unidas se han comprometido a alcanzar en 2030. Como se señala, asimismo, en las conclusiones de la quinta edición de la Perspectiva mundial sobre la biodiversidad, el nivel de ambición de nuestros objetivos y su aplicación sobre el terreno están terriblemente alejados entre sí. No nos queda más remedio que adoptar medidas colectivas urgentes para transformar nuestros sistemas económicos, sociales, políticos y tecnológicos y revisar las prioridades para un futuro compartido que no beneficie tan solo a unos pocos privilegiados.

En este momento crucial, la juventud del mundo se ha unido #PorlaNaturaleza. Tenemos derecho a un medio ambiente sano y próspero y a un futuro en paz y equidad. Sin embargo, nos vemos abocados a padecer muchas de las consecuencias a largo plazo del colapso ecológico. No podemos esperar más. Instamos a los líderes mundiales a que adopten decisiones inmediatas e inclusivas para hacer frente a la emergencia climática y de biodiversidad, y a que sigan aprovechando la labor que ya se está llevando a cabo con este fin.

Nosotros, los jóvenes —en representación de diferentes causas, grupos, orígenes sociales, etnias, géneros, zonas geográficas e idiomas—, desde los ámbitos local y regional hasta el mundial, nos unimos para pedir que se tomen medidas sin precedentes por la naturaleza y de la mano de esta.

En unos momentos en que la COVID-19 sigue afectando a nuestra salud, nuestros medios de subsistencia y nuestro futuro, estamos llegando a una misma conclusión: ya no debemos conformarnos con soluciones rápidas y superficiales a corto plazo para luchas sociales de gran calado. Los gobernantes deben movilizar de inmediato los esfuerzos y recursos necesarios para transformar unos sistemas injustos e insostenibles.

 

Hacemos un llamamiento a actuar #PorlaNaturaleza como nunca antes, y exigimos que nuestros líderes y los responsables de la toma de decisiones reconozcan que:

● La naturaleza es nuestro hogar y la base misma de nuestra supervivencia y bienestar. No solo nos proporciona aire, alimentos y agua, sino también bienestar, cultura, salud, seguridad e inspiración. La biodiversidad es la esencia misma de nuestro sistema de apoyo vital, que nos conecta y nos mantiene vivos.

● Debemos reconstruir los modelos económicos para garantizar que haya una relación de enriquecimiento mutuo entre la humanidad y toda la naturaleza. El reciente Informe de Evaluación Global de IPBES sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas ha expuesto, de un modo más claro que nunca, la relación de la crisis ecológica y climática con la desigualdad y las asimetrías subyacentes que conforman nuestra economía y nuestra sociedad.

● Es necesario que haya una búsqueda de la justicia intersectorial. Muchos de los principales problemas del mundo derivan de desigualdades sistémicas cuyas raíces históricas se han prolongado hasta nuestros días y que solo pueden resolverse a través de una incansable búsqueda de la justicia social. Si bien las pandemias, los desastres de origen natural y la degradación del medio ambiente pueden perjudicar a cualquiera de forma indiscriminada, no afectan a todos por igual. Causan enormes estragos, acentúan las desigualdades preexistentes y exponen las vulnerabilidades de los sistemas sociales, políticos y económicos. El dramático deterioro de los derechos humanos durante las crisis exige una corrección del rumbo de la política mundial.

 ● Las desigualdades intergeneracionales persisten. Nuestra generación está comenzando a padecer los mayores efectos de la actual crisis de biodiversidad, y seguirá haciéndolo en el futuro. A pesar de ello, seguimos estando marginados, sin que se nos reconozca, infrarrepresentados en los espacios de toma de decisiones, y carecemos de apoyo y recursos para trabajar en la búsqueda de soluciones adecuadas.

● Los pueblos indígenas y las comunidades locales de todo el mundo se han encargado de administrar la naturaleza durante generaciones y, si bien representan en torno a un 5% de la población mundial, son custodios de hasta el 80% de su biodiversidad. Por lo tanto, están en primera línea en cuanto a nuestras posibilidades de éxito en el cuidado y la defensa de nuestros activos naturales. Deben defenderse incondicionalmente sus derechos a la tierra, a los territorios, a los recursos y a la autodeterminación.

Exigimos a nuestros líderes mundiales y a los responsables de la toma de decisiones:

1.     La declaración de una emergencia planetaria

Han de afrontar la gravedad de la crisis ecológica y la necesidad de actuar de inmediato, así como instar a todas las personas a reconocer que las crisis climática y de biodiversidad están relacionadas de forma inextricable. Las crisis tienen su origen en nuestros valores y prioridades dominantes, que conforman un sistema que empuja a una extracción, producción, consumo y eliminación de residuos ilimitados y desiguales, y que socava por completo la capacidad de nuestro planeta para sustentarnos a todos. Si no invertimos en la naturaleza y construimos una recuperación verde y sostenible, sin tomar atajos, pondremos en peligro los beneficios futuros de la naturaleza y correremos el riesgo de encaminarnos hacia otras pandemias.

2.     Un cambio de valores, prioridades y comportamientos

Pedimos un cambio transformador real, hacemos un llamamiento a toda la sociedad para que reajustemos nuestras prioridades, valores, comportamientos y acciones. Instamos a todos los gobiernos, al sector privado, a las instituciones financieras, a la sociedad civil, al mundo académico y, en general, a todas las personas que ocupan posiciones de poder a reinventar nuestros sistemas de manera equitativa y sostenible.

3.     La elaboración de estrategias para la conservación, la restauración y el uso sostenible de la biodiversidad de manera eficaz

Un medio ambiente sano y sostenible es el pilar sobre el que se asienta una sociedad equitativa y funcional, así como la base de la prosperidad, el bienestar, la seguridad y la estabilidad de la vida humana y animal. Es menester aplicar políticas mundiales, nacionales y subnacionales para la conservación, la restauración y la gestión sostenible de los ecosistemas y los paisajes terrestres y marinos, incluida la construcción de ciudades con naturaleza, mediante intervenciones sistémicas justas que hagan un uso eficiente de los recursos y estén adaptadas al ámbito local. Dichas políticas deben basarse en el principio de precaución y seguir una jerarquía de mitigación mundial para la conservación de la naturaleza.

En este contexto, instamos a los gobiernos a que aprovechen plenamente la oportunidad que ofrece el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas (2021-2030) para prevenir, detener y revertir la degradación de nuestros ecosistemas y el marco mundial para la diversidad biológica después de 2020 a fin de establecer un camino claro para lograr un mundo en armonía con la naturaleza.

4.     La adopción de objetivos ambientales mundiales audaces, ambiciosos y vinculantes

Evitar y reducir la contaminación, incluida la marina y la de los plásticos, revertir la pérdida de bosques, garantizar la seguridad hídrica, detener y prevenir la pérdida de biodiversidad, restaurar los ecosistemas dañados y alcanzar la neutralización de la degradación de las tierras son medidas necesarias para combatir la crisis ambiental y reducir el riesgo de que se produzcan desastres.

5.     Que se garanticen unos enfoques basados en los derechos

Los derechos humanos no son independientes de los derechos de la naturaleza, y la urgencia de la crisis climática y de biodiversidad requiere una respuesta justa centrada en los derechos humanos, la equidad y la justicia. Para que tengan éxito, los acuerdos mundiales deben defender los derechos humanos, proteger a los defensores del medio ambiente, reconocer el valor intrínseco de la naturaleza y pedir cuentas a los gobiernos y a las empresas por las actividades que degradan los sistemas naturales o infringen los derechos de las personas a un medio ambiente seguro y saludable.

6.     La mejora de la participación en los mecanismos de gobernanza ambiental

Debemos adoptar enfoques participativos, ascendentes e inclusivos para garantizar una verdadera inclusión de las voces, la sabiduría y la experiencia de los pueblos indígenas y las comunidades locales, las mujeres y los jóvenes. Debemos designar espacios para su participación política y apoyar sus iniciativas a través de planes financieros inclusivos. También debemos apoyar a quienes están en primera línea y son más vulnerables a los desastres ambientales, a fin de que puedan empoderarse y ser más resilientes para afrontar las cuestiones relativas a la pobreza, la desigualdad, la discriminación racial y de género, la justicia y los derechos humanos.

7.     La creación de una educación transformadora

Como jóvenes, creemos que una forma crucial de lograr un cambio transformador es mediante la integración de la educación transformadora acerca de la biodiversidad, el cambio climático, la sostenibilidad y el patrimonio cultural en todos los niveles de los programas escolares y su promoción en la enseñanza formal, no formal e informal, así como por medio del fomento del aprendizaje intergeneracional y la colaboración y el intercambio interdisciplinario. Si comprendemos mejor las grandes y apasionantes oportunidades que se centran en la educación sobre el clima y los empleos verdes, seremos capaces de impulsar el desarrollo de una nueva generación de líderes.

8.     El aseguramiento de la equidad intergeneracional

Más allá de la necesidad de lograr la equidad dentro de cada generación, las acciones en pro de la sostenibilidad deben basarse en el principio de la equidad intergeneracional, que refleja la justicia entre las generaciones. Debemos respetar el derecho de las generaciones futuras a un medio ambiente seguro, limpio y saludable, el mismo que nos asiste a todos hoy en día.

Es necesario ir más allá de una visión simbólica de la participación para adoptar medidas más proactivas que garanticen que todas las generaciones participen de manera significativa e igualitaria en el desarrollo y la formulación de políticas, de tal modo que se pueda lograr la equidad intersectorial e intergeneracional.

9.     El aseguramiento de la receptividad a las cuestiones de género

Es necesario afrontar y erradicar las desigualdades entre los géneros. Para ello, se ha de reconocer plenamente las contribuciones y el papel que desempeñan las mujeres y las niñas en la conservación de la naturaleza y su uso sostenible, así como garantizar su derecho a la tierra, a la salud, a una vida exenta de violencia y a una participación plena y efectiva en los procesos de toma de decisiones.

10.  El aseguramiento de una participación responsable del sector privado

El sector privado debe asumir una mayor responsabilidad, por el poder que concentra y por el efecto que pueden tener sus operaciones y cadenas de suministro en el medio ambiente y en nuestra sociedad. Debe reformar sus actividades para poner fin a las prácticas destructivas en todos los niveles y procesos, desde la extracción hasta la eliminación de residuos, para incorporar prácticas más sostenibles y respetuosas con la naturaleza, así como aumentar el apoyo financiero a las iniciativas que promuevan estilos de vida sostenibles y la salvaguarda del clima y la biodiversidad.

11.  Unos medios de aplicación sólidos y unas condiciones propicias

No se pueden lograr nuevos compromisos mundiales sin una voluntad política firme y a largo plazo, mecanismos de cumplimiento estricto y medios de aplicación apropiados y cuantificables, como la creación de capacidad específica en todos los niveles, la movilización de recursos, la desinversión estratégica, la eliminación de los subsidios contraproducentes y una reforma completa de los subsidios perjudiciales tanto para el clima como para la biodiversidad.

Instamos a los gobiernos a que fortalezcan las instituciones, redoblen los esfuerzos para luchar contra la corrupción e impulsen las contribuciones a los mecanismos financieros multilaterales —como el Fondo Verde para el Clima, el Fondo de Adaptación y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, entre otros— y también a que aumenten considerablemente los recursos nacionales.

12.  La reforma del sistema de gobernanza ambiental

Han de liderar un camino inclusivo y justo hacia Estocolmo+50, que subsane las deficiencias existentes en materia de gobernanza ambiental, que se afane por construir un sistema más inclusivo y que vaya más allá de los enfoques aislados entre sí para afrontar la crisis planetaria.

 

En esta carta se reconocen los anteriores llamamientos a la acción, como los nuevos esfuerzos y compromisos de los dirigentes mundiales para promover los Objetivos de Desarrollo Sostenible, apoyar una recuperación saludable de la pandemia a fin de reconstruir mejor y hacerlo con la naturaleza; y la urgencia de reconocer y afrontar la creciente emergencia climática y de biodiversidad.

Esta carta ha sido elaborada por el Grupo Principal de la Infancia y la Juventud del PNUMA, la Red Mundial de Jóvenes por la Biodiversidad, el Grupo Mundial de Jóvenes de la CLD, YOUNGO (Juventud por el Clima) y Juventud para Nuestro Planeta, con el apoyo en materia de comunicación y divulgación del PNUMA, el PNUD, la Secretaría del CDB y el WWF; asimismo, se basa en las consultas realizadas por el Grupo Principal de la Infancia y la Juventud del PNUMA sobre la restauración de los ecosistemas y por la Red Mundial de Jóvenes por la Biodiversidad sobre el marco mundial para la diversidad biológica después de 2020, así como en los documentos de posición que se enumeran a continuación:

  1. Documento de posición de la Red Mundial de Jóvenes por la Biodiversidad sobre el marco mundial para la diversidad biológica después de 2020

  2. Documento de la juventud sobre el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas

  3. Documento sectorial de la juventud para el Foro político de alto nivel de 2020

  4. Documento de posición del Grupo Principal de la Infancia y la Juventud del PNUMA sobre Estocolmo+50

  5. Declaración de la Juventud Africana sobre la Naturaleza

  6. Demandas de Juventud para Nuestro Planeta a los líderes mundiales en 2020

Los puntos de vista, reflexiones, opiniones y políticas que se expresan en el manifiesto y la carta abierta #PorlaNaturaleza han sido redactados por los jóvenes, y no representan necesariamente los de las Naciones Unidas, incluidos sus organismos y organizaciones colaboradoras.

 


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